El proceso será eso

Aingeru Epaltza en DNN

La supervivencia de ETA tiene su origen en una dolencia sobre todo ocular. Sus partidarios han seguido viéndola como un problema para el Estado, cuando ya hacía décadas que había dejado de serlo. El marrón no lo tiene Madrid, sino este país, y dentro de este país, fundamentalmente la propia izquierda abertzale. No tenían que haber pasado tantos años ni mediar una pedagogía de hierro para que eso tan claro para todo el mundo fuera interiorizado por los principales afectados. Produce un poco de decepción en el género humano que la ilegalización y la brutal represión posterior hayan sido más efectivas que miles de beatíficos discursos en el momento de abrir los ojos a los más ciegos, pero así han ido las cosas y así llegamos al comunicado de ayer. Es esa reflexión lo que lo ha hecho posible y lo que lo hace diferente a otros anteriores. Decir que es «más de lo mismo», como ha dicho Javier Caballero en nombre del Gobierno de Navarra, demuestra una miopía comparable a la de muchos kaleborrokalaris de otros tiempos. Se comprende esa contundencia y esa rabia en boca del hijo de un asesinado por ETA, pero menos en la de un portavoz del ejecutivo foral. Todo un aviso, por parte de UPN, de cómo piensan encarar este tema. ETA, además de causarles un indudable dolor, les ha dado una ventaja política a la que se aferrarán hasta el último momento. Lo de ayer supone un hito, uno más, en el camino que se inició cuando algún dirigente de la izquierda abertzale acabó de darse cuenta de que estaban trabajando para el adversario. No lo van a admitir públicamente, de la misma forma que los miembros de la organización tampoco van a aparecer en Popular TV postrados de hinojos y pidiendo perdón. Si todo va bien ETA se va a acabar. Y lo va a hacer porque su peso es insoportable para quienes la han apoyado. Cuando eso llegue estaremos ante el fin de eso que llaman «el proceso». No habrá más, pero tampoco menos.